miércoles, mayo 4

A mí me dicen en la esquina... ¡el venao! ¡el venao!

Anoche, en “Los treinta” (programa sobre el cual no me pronunciaré en este momento), vi una situación que me interesó.

La situación:
Personaje A se acuesta con Personaje B. Personaje A después se entera de que personaje B tiene polola (Personaje C). Personaje A dice a Personaje B que es un descarado. ¿La respuesta de Personaje B? “Yo quiero mucho a Personaje C, pero el amor es una cosa y el sexo, otra”.

La respuesta de Personaje B me suena familiar. Luego de mucho rato pensando y preguntándome "¿dónde he escuchado esto?”, obtuve mi respuesta: en una situación muy similar, en que daremos a Personaje A el nombre de Andrius (para resguardar la identidad de los involucrados). Lo curioso es que a Andrius no le molesta tanto el comentario, pese a ser una de las partes afectadas. De Personaje C ni hablar, pobrecita.

La verdad es que, previo a este capítulo, este es un tema que ya había conversado largo y tendido con un muy buen amigo (que nada tiene que ver con los personajes involucrados), tratando de entender la lógica masculina. Tarea muy difícil, por cierto.

La primera vez que él me dijo “que me acueste con otra mina, no significa que esté gorreando a mi polola", a mi lado feminista se le pararon los pelos y se le asomaron las garras. "¿Cómo eres tan descarado?", le espeté, indignada. "¿Te gustaría que te lo hicieran a ti?”. Obviamente, me respondió que no. Luego, procedió a explicarme su teoría sobre lo que constituye un gorreo y qué no. En pocas palabras, la teoría es:

“Si yo conozco a una mina y me acuesto con ella una vez de puro caliente, no es gorreo, porque no incide en el amor que le tengo a mi polola. Por el contrario, si me acuesto con ella en repetidas ocasiones, sí es gorreo, porque existe un vínculo”.

Mi primera reacción fue de incredulidad ante lo cómodo de su postura. Después de pensarlo un rato, sin embargo –y aunque las féminas presentes me odien por ello-, debo decir que concuerdo con él. El ser humano es un animal que se diferencia de los otros por su racionalidad: es esta característica lo que nos permite inhibir nuestros instintos y tomar decisiones que, muchas veces, están en franca confrontación con ellos. Uno de dichos instintos es el impulso sexual. Producto de una serie de decisiones y evoluciones, éste ha quedado supeditado a las normas sociales que, en nuestra cultura, determinan como estilo de vida ‘correcto’ la monogamia. Esto es una mera convención.

¿Puede, entonces, haber sexo sin amor? Está clarísimo que sí. La pregunta real es si puede existir una relación sexual paralela a la relación oficial, sin que ello implique más o menos amor. Desde la más pura racionalidad, debo decir que lo creo posible. Tanto hombres como mujeres somos seres sexuales: por algo nos gusta ver a la Marlén Olivarí y al pinturita caluguiento de turno, aunque después digamos “no, mi amor, si usted es mucho más rico/a”. Esa sexualidad no siempre se vincula a sentimientos y, por convención y acuerdo mutuo, escogemos reprimirla cuando estamos emparejados. Pese a ello, es perfectamente posible que un desliz sea una mera satisfacción de necesidades básicas que, por la razón que sea (copas más, copas menos; alimento para el ego, la novedad, etc.), se busca satisfacer en la ‘sucursal’. Bien lo sabe cualquiera que alguna vez haya tenido un romance fugaz con alguien cuyo nombre ni recuerda. En la pareja esto se complica, porque entran en juego temas como el respeto y no herir los sentimientos del otro.

Bien respondió a esto mi amigo cuando le pregunté “y si te la hacen a ti, ¿qué?”. Su respuesta fue clara: mientras no se entere medio Chile y él no haga el papel de huevón, y mientras él mismo no se entere, que siga no más.

Yo opino lo mismo. Si me la hacen a mí, suponiendo que sea sólo una aventura de una noche y no algo más serio, no quiero enterarme. Ojos que no ven corazón que no siente.

Claro que una cosa es una caída, hecho aislado que no se repite, y otra muy distinta es el deporte.

***
Nota al pie: Adrius quiere dejar en claro que ella no está dispuesta -bajo ninguna circunstancia- a asumir el rol de Personaje C. En lo que a ella respecta, la racionalidad se puede ir a la mierda.

2 Comments:

Blogger Moira said...
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¡Jajajaja! ¡Puchas que me hiciste reir! Ya te veo yo:

Él: Mi amor, estuve con otra mina pero te juro que te amo, que no significó nada
Tú: ¡Sal de mi casa conchetu.....!

Bueno el comentario de andrius en todo caso. Me gustaria conocerla. Ja.

04 mayo, 2005 20:28  
Anonymous Anónimo said...
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Esa cabra Andrius definitivamente debe ser muy suelta. Suelta de cuerpo.
No sé, yo la primera y única vez que fui infiel no lo hice en un acto irracional: lo pensé como por tres horas (con la involucrada al lado esperando aburrida mi respuesta). Estaba tan histérico que no disfruté nada y luego vomité hasta el alma de los nervios. En ese tipo de cosas sencillamente no tengo impulsos animales; por eso tal vez sufro principio de úlcera.
Me gusta mucho este blog a dos manos.

05 mayo, 2005 10:30  

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