jueves, marzo 17

Y dale con lo mismo...

De verdad que esto debería ser historia antigua, considerando que la novela en cuestión se publicó hace ya más de dos años; pero, ya ven, hay temas que no pasan de moda. Como, claramente, la sarta de declaraciones emitidas por diferentes sectores de la iglesia y el Opus Dei en aquel entonces no fueron suficientes, nos encontramos ahora en medio de otra arremetida furiosa contra la herejía y la decadencia moral.


No creo necesario explicar de qué hablo, ¿verdad?. Asegurémonos: El Código Da Vinci (¡Sorpresa!).


Parto por aclarar que no he leído tan mentado libro, principalmente por mi aversión instintiva a cualquier cosa con olor a Best-seller. Pese a ello, esta novela ha sido tan comentada (criticada, alabada, vilipendiada, recomendada) que, aunque desconozco la línea narrativa central, conozco la polémica que suscitan las teoría que presenta. Nótese que dije "teorías".


La posibilidad de que Jesús tal vez se casó y tuvo hijos no es un planteamiento reciente. Sírvanse por favor recordar la también vilipendiada, censurada (y por mí recomendada) novela La Última Tentación de Cristo, del maestro Kazantzakis. Existen también bastantes otros textos que manejan la misma posibilidad, entre los cuales de momento sólo recuerdo El Enigma Sagrado, de M. Baigent (disponible en nuestras librerías por la módica suma de $15.000).


¿Por qué, entonces, es El Código Da Vinci motivo de tanto revuelo?

Porque es un best-seller. El Sr. Brown fue inteligente y descifró la fórmula perfecta para escribir algo que hable a las masas:


1) Una novela de misterio: crímenes, claves ocultas, secretos y conspiraciones.
2) Reinterpretación de un tema tabú: La religión es un tópico que, tratada de forma entretenida y/o polémica capata la atención de la gente. Tratada de modo serio, calienta cabezas. Esto es independiente del credo que represente. Por favor recordemos que el Sr. Rushdie vive oculto, con un precio sobre su cabeza.
3) El título: la mención de un nombre que pertenece al inconsciente colectivo le hace atractivo, sobre todo porque está ligada a una palabra que insinúa misterio.


1+2+3= Controversia. Esto es lo que vende, queridos.


Lo irónico es que, sin este cuarto elemento, es muy probable que este texto no hubiese tenido el éxito de ventas que hoy se adjudica. Hasta a mí me están dando ganas de leerlo...


Pero pasemos a otra cosa:
El cardenal Bertone declaró el 14 de marzo que "no se puede escribir una novela que deforma los hechos históricos". ¿Perdón? ¿No dijo "novela"? La primera definición de novela, según la RAE, es


"Obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres."


La novela en cuestión no pretende ser un texto de referencia, sino una obra de ficción. Cierto es que a más de alguien le habrá quedado dando vueltas una duda: "¿será verdad lo que plantea el libro?" Llámenme hereje, si quieren, pero no veo que esto sea algo negativo. Para mí, uno de los más grandes placeres que extraigo de la literatura es que me plantea preguntas, me hace cuestionar realidades y salirme de mi visión tan esquemática de las cosas.

Entiendo que su deseo de censura partió de la inclusión de El Código Da Vinci como lectura en algunos colegios, pero si al Sr. Bertone le molesta que un texto "deforme los hechos históricos", ¿no debería también molestarle la literatura que deforma la realidad? ¿Que pasaría entonces con autores como Philip Pullman, Roald Dahl. ¿O con clásicos como Orwell y Atwood, que teorizan sobre un "podría ser"? ¿Dónde quedaría la ciencia ficción?


Otra cosa que me llama la atención es el desmentido que lanzó el Vaticano, afirmando que la postura del cardenal no es planteamiento oficial de la Santa Sede. ¿Le sucederá al Sr. Bertone lo mismo que al Sr. Infante, con su declaración con respecto a la píldora del día después?


Me despido con una gran cita:

"Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres."

(Heinrich Heine)