La mala educación...
Durante estos últimos meses, la educación en Chile ha sido un tema, si no principal, al menos importante y bastante mencionado en los diferentes medios de comunicación.
El 14 de diciembre del 2004 salieron a la luz los resultados que nuestro país obtuvo en el TIMSS, examen internacional que mide los conocimientos adquiridos en matemáticas y ciencias, que se aplicó a estudiantes de 8vo básico a lo largo de Chile. Los resultados fueron, por decir lo menos, decepcionantes:
"el 60% de los alumnos de 8º básico no alcanza los conocimientos mínimos en matemáticas y el 44% está en igual situación en ciencias." (La Tercera)
Lo anterior puso nuevamente sobre el tapete ese tema ya tan manoseado (inútilmente, al parecer) que es la calidad de la educación. En primer lugar, se discute que existe un problema de preparación de los profesores, quienes carecen de las herramientas pedagógicas para realizar su función. Frente a esto, el Ministerio de Educación lleva un par de años premiando a profesores por su buen desempeño y ofreciendo -dentro de las po$ibilidades- cursos de perfeccionamiento docente.
Las carencias no son sólo en cuanto a técnicas pedagógicas, sino también específicas al área de estudio, es decir, hay profesores que no dominan aquello que pretenden enseñar. Frente a esto, el señor Bitar planteó que, a partir de este año, se realizará una evaluación docente a 18,000 profesores que ejercen en el sistema de educación pública, proyecto al cual el Colegio de Profesores se opone de manera rotunda.
Dicha oposición no se basa en "que les de lata" o temor a no "pasar" el examen. Su argumento principal -muy válido si lo pensamos- es que no existe una profesionalización de su profesión. En palabras de Jorge Abedrapo, presidente de la asociación gremial metropolitana:
"Sin carrera no se puede evaluar al profesor. La carrera significa contemplar el perfeccionamiento, escalafones, es decir que al profesorado se le debe clasificar según sus méritos"
Agrega que:
"hoy existe un 32 por ciento de profesores con problemas de salud, según un estudio de la Universidad Católica, y estas son, escoliosis, lordosis, a la vista, voz, entre otras, y hasta ahora no son reconocidas como enfermedades profesionales".
Y aquí entramos recién en el tema que me interesa a mi, que no soy política ni pretendo serlo, sino una persona normal, que recibió una buena educación y lo reconoce como una suerte, porque en nuestro país lo que debería ser derecho es en verdad un privilegio. Ese tema es el de la motivación.
Los profesores son mal pagados y eso lo sabemos todos, o si no basta con mirar los periódicos para darnos cuenta que todos los años existen huelgas y que el gobierno aún debe dinero a quienes trabajan en la educación municipalizada. Eso es en sí un factor que causa desmotivación, porque ¿para qué me voy a sacar la cresta trabajando si apenas puedo vivir? Ok, digamos que trabajas por vocación, qué lindo suena, pero al final del día el profesor debe comer igual.
A lo anterior se vincula el envejecimiento de los profesores en nuestras escuelas y liceos, lugar donde es posible toparse con maestros que a sus 80 años ya casi no ven, no tienen voz, para qué hablar de actualización de sus conocimientos, pero siguen enseñanado. Claro, con la miseria que es su jubilación después de recibir un sueldo miserable toda su vida... ¿quién va a querer vivir exclusivamente de eso??...
Y pasamos al tema de los alumnos:
¿Han visitado alguna vez un liceo de Hualpencillo? Yo sí, y no es un espectáculo bonito. El gobierno pretende que 45 alumnos -cifra que el gobierno debería preocuparse de reducir, por la salud del profesor- se sienten calladitos en una sala micúscula y aprendan que 2(ab +x)=2ab+2x, cumpliendo con un programa estandarizado que no contempla que:
- es invierno y la sala no tiene ventanas. ¡Que se caguen de frío! Igual siéntense y estudien
- muchos niños llegan al colegio con el estómago vacío... y regresan a sus casa en las mismas condiciones
- ese chico de 16 años (que va en 8vo básico) se acostó a las 12 de la noche después de estar todo el día vendiendo golosinas en una micro
Fuerte.
Al profesor no se les enseña a lidiar con estas realidades, ni se le entregan herramientas para hacerlo. Simplemente se le pone frente al curso y se espera que cumpla con el programa establecido, independientemente de los factores circundantes. Estas expectativas irreales son, además, parte de la causa de aquel último escándalo en que se han visto envueltos nuestros maestros: la inflación de notas.
Ese es tema para otro post.
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