lunes, enero 3

Notas sobre el tsunami

La cuenta de víctimas fatales ya va en 150.000 y se espera quue esta cifra aumente, pero... qué lejos está todo esto, no? Resulta fácil pasarlo por alto y pretender que es una realidad que no nos toca, es en el otro lado del mundo y a nosotros no nos afecta. Son ellos, no nosotros.

Sin embargo, debemos percatarnos de que el otro, el que sufre (aquel que deambula por las calles buscando a sus padres; el hombre que aún no pierde la esperanza de encontrar a su esposa; la mujer que quedó permanentemente discapacitada) es en verdad parte de nosotros. Este no es un suceso sujeto a geografía, sino a humanidad. Y para aquel duro de cabeza a quien esto de la humanidad no le viene, piense: ese computador cuya pantalla estás leyendo cómodamente sentado en tu silla con un café en la mano... ¿de dónde vienen las piezas que la conforman? Los grandes técnicos de la informática, ¿de dónde son?

Esta no es una región que se pueda ignorar porque existen barreras idiomáticas, de geografía, etc. Frente a una tragedia de este tipo un plato de comida y medicinas son una versión del Esperanto que sí funciona y se pone en práctica. Si nos tomamos un solo día, sólo uno en que no compramos cigarrillos y en lugar de esa coca-cola tomamos un vaso de agua; sólo un día en que nos saltemos la cerveza después de la pega, podemos colaborar. Se necesitan miles de millones de dólares para socorrer al 1,5 millones de personas en las zonas de desastre (cifra que va en aumento) y, aunque suene increóble, esos $1.000 que pensabas gastar en una cajetilla de Belmont sirven.

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