Penélope
Si hay una cosa que me molesta sobremanera del chileno, es el poco respeto que tiene hacia el tiempo de los demás. Esa mala costumbre de llegar tarde a todas partes y hacer esperar al resto, como si su tiempo no tuviera importancia y las cosas no empezaran hasta que el susodicho se digne llegar. Frases como “nos juntamos tipín 7”, “como a las 7 llego”, etc., que todos hemos escuchado –y dicho, lo reconozco- alguna vez. No me molesta esperar 5 ó 10 minutos, pero hay personas descaradas, que te hacen esperar ½ hora o más, sin ningún remordimiento. Como si quedarse parado en una esquina como santo huevón, mirando el reloj a cada rato y sin nada que hacer, fuese muy entretenido.
Peor es lo que me pasó el viernes: tenía que hacer una clase a las 17:30 y mi alumno nunca llegó. El teléfono no sonó ninguna vez y esperé hasta el domingo una llamada con la correspondiente explicación o, por lo menos, una disculpa. Igual que mi alumno, nunca llegó. Terminé llamando yo, y la única respuesta que obtuve fue “se me olvidó”. Ni siquiera una disculpa. Así no se puede.
Dejemos una cosa clara: el día es parejo para todos. Todas las personas tenemos días de 24 horas, que organizamos de una manera determinada para hacer rendir ese tiempo y alcanzar a hacer todas nuestras cosas. A mí, en lo personal, un atraso no considerado me descoloca y desordena lo que me tanto me costó estructurar. No me malentiendan, yo no soy una persona terriblemente ocupada que “no tiene tiempo”: tiempo tengo, y a veces me sobra, pero eso es porque sé administrarlo de manera eficiente y no porque me lo regalen a borbotones, o porque mi día tenga 27 horas. A veces esto se me va de las manos, es verdad, pero no suele suceder.
Mi tiempo lo administro como a mí se me antoja, y considero una tremenda falta de respeto que otros se crean con el derecho a administrarlo por mí. “¿Pero para qué te enojas, si igual no tenías nada que hacer?” es una frase que me irrita: ¿qué sabes tú si tengo que hacer o no?? Ese rato de ocio es mío, y prefiero mil veces usarlo en echarme en la cama a ver televisión, que en pasar 30 minutos parada como gil esperando a que llegues. Esos 30 minutos que me hiciste perder podría haberlos usado para leer un rato, o dormir hasta más tarde, o escribir en este blog, o simplemente en echarme sobre la cama a mirar el techo. Es MI derecho decidir, no el tuyo.
A todos nos puede suceder alguna vez que, por algún imprevisto, no lleguemos a la hora, y eso lo comprendo. Los fines de semana me relajo y las citas son menos estructuradas: ya no es “juntémonos a las 9 en…”, sino “a partir de las 9 vamos a estar allá.” Mi crítica va hacia quienes hacen de esto una costumbre, a esas personas que creen que el resto no tiene nada mejor que hacer que esperarlos a ellos. Un mínimo de respeto, por favor.
8 Comments:
te entiendo perfectamente. yo no siempre soy puntual, pero me esfuerzo. el problema es que en Chile la impuntualidad es una institución, probablemente por el poco respeto hacia los demás. Espera como Penélope a que esto cambie...pero mientras espera, marca la diferencia. cariños y paciencia!
Yo he de reconocer que soy de aquellos impuntuales crónicos. En particular, llego siempre tarde a mi primer compromiso del día, sea una clase, una reunión o una prueba. No lo hago con mala intención... no es que sea descuidado... es que me cuesta organizarme :(
Clap clap clap
Completamente de acuerdo. Tengo una devoción germánica por los horarios, y me parece que la regla de planificación es hacer todo para llegar 5 minutos antes de la hora.
Sin embargo...hay que reconocer que ser puntual puede ser en buena medida un acto de heroísmo. ¿Por qué? simplemente debido a que nuestra sociedad funciona impuntualmente, ser puntual es casi asumir algo que será comunmente una heroica derrota ante la naturaleza de las cosas.
Saludos
Y así algunos se autodenominan los ingleses de América...
Otra impuntual crónica, en proceso de rehabilitación,
Total y absolutamente de acuerdo contigo, mil veces me ha pasado lo mismo... creo que es asunto de educación y respeto.
saludos.
No es por nada... pero me sorprende que en los comentarios sean más los "puntuales" que los "impuntuales"...
;-P
Ser puntual, a mi modo de ver, es una forma de vida... es complejo mantener el ritmo de la puntualidad en todo... siento que uno puede ser impuntual y a la vez ser capaz de disculparse por ello... me gusta la puntualidad, pero hay que reconocer que es un bien escaso, incluso dentro del alma de aquellos que se dicen puntuales... es difífil...
saludos cordiales
Concuerdo contigo y con todos los que han escrito anteriormente, tienes toda la razón... y me acuso de ser uno de esos en contra de los que hablas.
La puntualidad, me interesa, cuando el hecho que requiere mi puntualidad me interesa. Se que no debe ser así, pero me cuesta...
Saludos
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