lunes, diciembre 11

Divagaciones sobre la muerte de Pinochet

Como ya todo el mundo sabe, el día de ayer falleció el ex-general Augusto Pinochet Ugarte. Lo que siento en este momento no es alegría, como tantas personas, sino una profunda tristeza. Tristeza, sin embargo, no por su muerte -estoy lejos de considerarlo un héroe inmaculado como muchos otros compatriotas, aunque tampoco lo consideraba la personificación del demonio-, sino por la serie de reacciones que ha generado este suceso en mi país.

Por un lado, considero maravilloso que ambos bandos tengan actualmente la libertad de manifestar abiertamente su parecer, de celebrar, de llorar, de clamar por honores de Estado o lamentar el que jamás fuese sometido a juicio. No obstante, por el otro, me duele profundamente ver que mi país, en lugar de unirse, se divide cada vez más. Me duele ver la intolerancia, la estrechez de mente, el absolutismo, que ambas facciones dicen repudiar... ¿o me van a decir que golpear a alguien o tirar molotovs es una muestra de reconciliación y aceptación?

Me encantaría creer que este suceso cierra por fin un capítulo de nuestra historia que ha traído un dolor inconmesurable, pero no creo que sea así. Hay demasiadas personas que no están tranquilas, sino enojadas, porque murió sin ser condenado, y muchas otras que enaltecen a Pinochet como un genio y un santo, salvador del Estado y semidiós. Este tema seguirá enardeciendo pasiones por un largo tiempo y soñar con que se acabe aquí es una utopía.

Me entristece asimismo ver que muchas de las personas que se aferran de modo tan tajante a una u otra postura tienen cerca de mi edad, y que por ende -a menos que hayan sido afectados directamente- tienen una visión parcial del tema, dado que no conocieron el antes del '73. No puedo negar que mucha gente de mi edad vivió largas noches en vela durante su infancia, mientras los fuerzas armadas "visitaban" sus casas en medio de la noche. No puedo negar que también durante mi infancia salía a la calle y lo primero que veía eran hombres de verde portando armas.

Tampoco puedo olvidar que el testimonio de mi tío-abuelo forma parte del informe Valech, y que el nombre de su hijo -a quien mi padre intentó encontrar en la Isla Quiriquina- figura entre los de miles de desaparecidos.

Sin embargo, recuerdo también que todo tiene una causa, y que el golpe militar no se originó porque mi país fuera una tierra soñada. Vienen a mi memoria los relatos de mi abuelo, un hombre de origen humilde que empezó a trabajar en su infancia para -con muchísimo esfuerzo- crear un pequeño negocio que le permitiera mantener a su familia (6 hijos), lo cual se vio gravemente obstaculizado por las constantes tomas y el desabastecimiento generalizado que afectó al país antes del '73.

Como dije, me encantaría creer que se cierra un capítulo, pero lo que he visto estos días me hace dudarlo. Tal vez sería más optimista si creyera que hay voluntad de parte de mi generación, porque la tarea es nuestra. Nuestros padres y abuelos difícilmente cambiarán su forma de pensar, pero nosotros vivimos una época distinta y es el momento de hacerlo notar; nacimos en esa época controversial y hemos crecido en democrasia. Nos corresponde a nosotros mirar hacia adelante y buscar una reconciliación verdadera, partiendo por defender el derecho básico de la libertad de expresar una opinión, y por la tarea esencial de no seguir fomentando odios ni rencillas.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...
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esta rudo el asunto
con gente riendose a carajada llena y meando sobre el cadaver
y con otra habalndo de "entre mi general y dios no veo mucha diferencia"
esta juerte el asunto la verda
es lo que nso toco
lo que botó
lo que escupió -la verdad- la ola

12 diciembre, 2006 00:04  
Blogger socióblogo said...
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A mí me pasa todo lo contrario. La reconciliación y la unidad me parecen imposibles. Más aún, me parecen innecesarias: basta con que se compartan algunas instituciones mínimas para que podamos entendernos.
Además que los extremistas (me refiero a los de estos días de festejo-duelo) fueron pocos.

12 diciembre, 2006 14:00  
Blogger Sorecita said...
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Moirita...vorvi!

Profeso idea parecida a la tuya...
Estuve en la plaza Italia el día 10 (antes de que salieran los asaltantes a robar y quemar todo a su paso) y la sensación era bastante extraña....al día siguiente mi jefa me contaba que su hijo de 2 años estaba viendo televisión y le preguntaba ¿se murio pinochet? si hijo se murió ¿y estan contentos?....nosotros podemos entenderlo ¿o no?...al final nada de eso contribuye a terminar con esta brecha ideológica absurda...menos mal que no son tantos (como dijo el comment anterior)

Besos
Sorecita

Besos

12 diciembre, 2006 14:15  
Blogger LuluciTa said...
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Totalmente de acuerdo contigo, y yambién me dio mucha pena y frustración ver gente de mi edad llena de odio, en ambos lados, como si la verdad fuera una sola y absoluta y fueran dueños de ella. Más me carga la gente que habla de tolerancia, pero mientras todos piensen como ellos.
Qué chucha!
saludos

17 enero, 2007 20:23  
Anonymous Anónimo said...
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si bien es verdad que es triste ver tanta division y odio, creo que tiene su justificacion.. no digo que sea "bueno" pero si justificado

ahora, creo que es mejor q la gente exprese esas cosas y las tire para afuera, que haga su catarsis y demuestre sus sentimientos al resto
a dejarselo simplemente para sus adentros, toda esa mierda existe y es mejor q lo tengamos presente.

ojala la gente haga sus catarsis y supere los odios del pasado, ojala con el tiempo , y ya con el encarnador de la discordia muerto,
la discucion del tema pase de ser
un asunto lleno de pasion a simplemente una discucion de acontecimientos historicos

complicado chile, un pais muy conservador con sectores muy poco conservadores, jaja,
parece que aca siempre se va a los extremos alfinal.. es como parte de la cultura

26 enero, 2007 00:36  

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