Largo y merecido descanso

Llegó el ansiado fin de semana largo completo, libre de tensiones, libre de una próxima semana complicada y con hartos panoramas y motivo de celebración; de verdad lo necesitaba. Partió todo el mismo viernes con una mexicanada/karaoke, buenos amigos, y un ron medio estafador, porque pese a mis mayores esfuerzos no logré alcoholizarme como tenía previsto, pero la caña al día siguiente no me la sacó nadie.

De ahí -después de perder el sábado completo gracias a los indios que hacían sus rituales sobre mi cabeza- a otra junta con el grupo de amigos que conocí por este medio :) Un poco picada, eso sí, porque el bar en cuestión tenía unas promociones bien buenas que no pude aprovechar... en todo caso, ya vendrá el desquite.

Lo mejor vino el domingo: solitos con él (aclaro que también estuvo el viernes y sábado) nos dedicamos a descansar, reírnos y conversar mientras tomábamos un mango sour y veíamos tele.

Debo decir que ignoraba que la programación de los domingos fuera tan entretenida, pero encontramos una película sobre una familia se fue a vivir a una casa sin saber que estaba embrujada, aunque un accidente nuclear ocurrido tiempo atrás tenía la casa en condiciones bastante tristes. Estaban en la mejor parte viendo en familia la transmisión del triunfo de las rojitas cuando apareció el fantasma de una niña, por lo cual llamaron a un espiritista, quien les informó que la niña había muerto de gripe aviar tiempo atrás. El espíritu les dijo que su misión era advertirles que venía un tornado y la familia se preocupó, porque había escuchado que después de eso vendría una era glacial, pero al final decidió no hacerle caso porque les interesaba mucho más enterarse de que la presidenta Bachelet recibiría a las campeonas mundiales de hockey.

Después de ver la película, creo que si algún día vivo con alguien será sólo con la condición de tener dos televisores conectados al cable o tirar el control remoto a la basura, para que él pueda ver algun programa completo.